La cadena de frío se define como la cadena de suministro a temperatura controlada de cualquier producto que precise de un control de temperatura para su almacenamiento, distribución y venta. Se ha de respetar en todas sus etapas: producción, transporte, almacenamiento, venta y usuario final. Esto permite alargar la vida útil de los alimentos, materia prima, vacunas y evitar el deterioro de la calidad de los mismos evitando la degradación de sus propiedades, así como una proliferación de microorganismos patógenos. Con el avance de la tecnología se han desarrollado herramientas que permiten un monitoreo más eficiente. Una de ellas es el uso de los registradores de temperaturas incorporados dentro de la caja de transporte, cuartos fríos o en equipos de refrigeración, los cuales registran el historial de fluctuaciones en la temperatura y posteriormente puede ser revisada al descargar la información en una computadora.


Estas herramientas y nuevas tecnologías permiten a los proveedores de materias primas, procesadores, distribuidores y comercializadores, identificar puntos donde se pierde la cadena de frío, trabajar en estrategias para controlarlas y así brindar al consumidor productos más seguros, reducir las mermas, etc.  Ya que cada vez será más importante asegurar de forma efectiva (con evidencias) que se mantiene la cadena de frío, lo cual se está convirtiendo en un requisito indispensable en los mercados que buscan consolidar su negocio de alimentos con garantía de calidad e inocuidad.